Agrupación de Mediación del Colegio de Abogados de Valladolid

Herramientas de coaching y programación neurolingüística para mediadores.

26 junio 2017

HERRAMIENTAS DE COACHING Y PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA PARA MEDIADORES

Los mediadores solemos escuchar que el ejercicio de nuestra profesión “es un arte”. Este calificativo sugerente si bien atrae la curiosidad de todos los que nos acercamos a la mediación también dificulta la traducción a Román Paladino de la formación necesaria para la capacitación del mediador, siendo ésta una cuestión polémica aún a día de hoy. En este sentido, podemos acercarnos al Coaching y a la Programación Neurolingüística (PNL) como dos disciplinas que pueden aportar mucho en la capacitación del mediador.

El Coaching –cada día más presente- libera el potencial de personas y empresas incrementando su desempeño y eficiencia, ayudando a que cubran el vacío entre lo que son y lo que quieren llegar a ser, apoyándose en sus recursos y removiendo los obstáculos que les impiden llegar a lograr sus metas y objetivos. Es un procedimiento estratégico que establece planes de acción con un razonamiento lógico y estructurado con el que a su vez, crea nuevos patrones conscientes de comportamiento.

La PNL desgrana cómo todas las personas organizamos lo que vemos, oímos y sentimos y cómo revisamos y filtramos el mundo exterior mediante nuestros sentidos mostrando también cómo lo describimos con el lenguaje y cómo este proceso lleva a hacernos reaccionar a nivel inconsciente para producir resultados. Esto es, la PNL estudia la estructura de la experiencia humana subjetiva y cómo afecta a nuestros patrones inconscientes de comportamiento.

Como ya podemos intuir, ambas disciplinas ofrecen claves básicas para que el mediador pueda leer a los mediados (los verdaderos protagonistas del proceso de mediación) ya que ayudan a conocer rápida y sencillamente qué tienen en su cabeza las personas, cómo interpretan la realidad y cómo esta interpretación les afecta.

Por ello, es fundamental que el mediador tenga una intervención en el proceso con seguridad porque debe ganarse tres confianzas: la derivada de toda relación profesional-cliente; la que se debe crear entre las partes entre sí y por último (y no por ello la más sencilla) la de los abogados o asesores de las partes y otras personas influyentes en el conflicto. Esto es así porque todos los participantes en una mediación deben ampliar el mapa con el que interpretan la realidad para poder llegar a acercar posiciones y alcanzar acuerdos, algo que al suponer una salida de una zona de confort, genera recelo, incomodidad y en ocasiones, dolor. Por lo tanto, un mediador debe ser capaz de lograr que se rompan creencias y conductas, se afronten miedos y se establezcan nuevas percepciones de la realidad y formas de comunicación; en definitiva, debe hacer que un conflicto disfuncional se transforme en funcional y en su preparación profesional para lograrlo le resultan muy beneficiosas ciertas herramientas que aportan el Coaching y la PNL, como por ejemplo:

Aportaciones antes de la sesión para el mediador: el “enfoque y limpieza del diálogo interno” que lleva el mediador a las sesiones de mediación; el “cambio del estado emocional” que tiene ante la mediación; la “realización de mapas mentales” con la información que tiene y los puntos importantes a tratar, la “creación de un mandala” que señale el lugar de partida, el lugar al que llegar, los recursos sobre los que hay que apoyarse y los obstáculos a remover y el establecimiento de un “plan de acción” para el conflicto a tratar.

Aportaciones a usar durante la sesión para trabajar con los mediados:

El Coaching aporta, por ejemplo: la creación de un “contexto” en el que surja la confianza, la “escucha activa y estructurada” a las partes, la “reformulación” para que el mediador se asegure que está “dentro” de la conversación entre los mediados, las “preguntas poderosas” que aumenten el nivel de conciencia de las partes y les legitimen para resolver su situación, la “toma de conciencia” de las diferentes interpretaciones de la realidad y sus efectos y el “establecimiento de objetivos” en el desarrollo del acuerdo, la “ventana de yohari” como modelo para el autoconocimiento que contempla el área visible y el invisible de nuestras vidas, la “línea del tiempo” como diagrama de las etapas y acontecimientos de la vida de las personas, el “cambio de creencias” porque hay creencias limitantes nos empujan a actuar o no actuar, etc…

La PNL, por su lado aporta, por ejemplo: los “accesos oculares” que identifican en el interlocutor el sistema de representación y proceso de pensamiento que usan, los “anclajes” que sirven para que las personas evolucionen en su estado emocional, el “calibrado” que detecta el efecto que nuestro lenguaje verbal y no verbal tiene en los demás, el “rapport” que es un acompasamiento con el lenguaje no verbal, el “leading” que es liderar al lugar en el que alguien realice su propia reflexión, la “interrupción de patrones” que consigue que el interlocutor salga de un “bucle emocional”, el “cuadro de valores” que alinea valores entre las partes, el “reencuadre” que hace que una situación cambie de significado, las “metáforas” que son relatos que crean opciones en la mente del receptor, etc…

Llegué al Coaching y a la PNL desde hace más de ocho años buscando un cambio de perspectiva y ser más eficiente en mi profesión de mediadora. La finalidad que perseguía era aprender a leer y mover mejor a los mediados. Me gusta formar para la capacitación de los mediadores porque veo imprescindible que nos sintamos seguros en el “arte” de empoderar y mover a las partes y también –por qué no decirlo- en el “arte” de difundir y “vender” la mediación. En este sentido, quiero aprovechar el presente artículo para hacer esta reflexión:

Es lógico que tanto la Mediación como el Coaching y la PNL sean procedimientos voluntarios al implicar un esfuerzo personal de crecimiento. Como Business Coach las empresas me encargan para su personal o parte del mismo la realización de un proceso de coaching individual o de equipo (para cuestiones tales como toma de decisiones, comunicación, liderazgo, gestión de equipos, etc…).La experiencia de los coaches es que estos procesos -pese a ser instadas por la Dirección y no ser elegidas a priori voluntariamente por quienes lo reciben (trabajadores)- dan unos resultados buenísimos, mejorando enormemente –incluso en el caso de los equipos, más asimilado al caso que se plantea en Mediación- las relaciones entre sus miembros y solucionando situaciones enquistadas a través del fomento de la confianza, el contexto seguro y la comunicación abierta. Asumida esta realidad, pregunto: ¿qué ocurriría si una organización pidiera que sus empleados no sólo se informaran, sino que trataran de resolver sus conflictos internos en la compañía a través de la Mediación como parte de los valores y la cultura de la compañía? ¿vulneraría la voluntariedad?¿acaso la vulnera entonces el Coaching?. Da que pensar, ¿verdad?

Por eso, el Coaching y la PNL, amén de herramientas -algunas vistas en este artículo- para trabajar con los mediados; aportan creatividad, libertad, frescura, cambio de observador, estrategia, búsqueda interior, fundamentos, generación de opciones, seguridad, capacidad de soñar y concreción de planes de acción para la consecución de esos sueños a los mediadores: una profesión que lo merece con creces, porque ha asumido el loable reto -con la fuerza activa del agente de cambio social- de concienciar en un asunto tan significativo como es la resolución de nuestros conflictos. Sirva este granito de arena, como reconocimiento al entusiasmo, valentía, conciencia y profesionalidad de mis compañeros.

LAURA ARRANZ LAGO 

COLEG 2797 ICAVA –MEDIADORA