Historia

Los miembros del Colegio de la Abogacia de Valladolid reconocemos en su historia y, particularmente, en sus orígenes, su principal activo. Efectivamente, nace nuestra Corporación hace más de cuatro siglos, el 19 de marzo de 1592, fecha en que fueron confirmadas y aprobadas las Ordenanzas de la Hermandad y Cofradía de los Abogados de Valladolid.

En aquella época se estaba aún en los albores de la Edad Moderna y la civilización occidental empezaba a desperezarse del largo sueño medieval, tan lleno de pesadillas. El Renacimiento venía impulsando desde el siglo anterior un nuevo espíritu sobre el que se sentaban las bases de una Europa renovada, emergente del mundo de tinieblas en el que hasta entonces había estado sumida.

Félix Mambrilla

Cuando, a finales del siglo XV, las sociedades más avanzadas de nuestro continente trataban de establecer sistemas de convivencia que permitieran la superación del caos, el respeto de la dignidad personal y el progreso colectivo, los Reyes Católicos dejaron en Valladolid una muestra ejemplar de este empeño al ordenar inscribir en una lápida de mármol sobre la fachada de la recién nacida Chancillería la siguiente leyenda: «Esta es una casa sagrada, un templo de la paz y de las leyes donde se guarda toda Justicia, dando a todos lo que es de derecho y les pertenece, como son Justicia, pena y seguridad».

Fue un avance balbuceante, lento y costoso, hecho a través de pequeños pasos cuyos cortos resultados no permitían percibir que se estaba produciendo una transformación de esta parte de la Humanidad. En ese apasionante proceso hubo quienes fueron sensibles a los requerimientos de su tiempo y emprendieron las iniciativas a su alcance para impulsarlo, sin pretensiones ni consciencia de la trascendencia histórica que su pequeña aportación, sumada a muchas otras, representaba.

Aunque no conocemos con profundidad a esos Abogados vallisoletanos de finales del siglo XVI, sabemos que entre ellos estuvieron hombres sensibles a la corriente que cruzó los mejores espíritus de la nueva Europa y que en su ámbito profesional impulsaron los valores sobre los que estaba asentándose una sociedad distinta: el humanismo, la solidaridad, la justicia...

Porque los Abogados de Valladolid acordaron organizarse en 1592 «al servicio de los pobres de esta Corte y Cárcel Real» y «para que usen de la caridad y amor que se deben tener mutuamente en el caso de que algún Abogado viniera a pobreza, recordando la obligación en que están los demás de socorrerle con la limosna que fuera de su agrado hecha con decoroso secreto y en la forma y por la orden que al Decano pareciera o ya procurándole algún oficio para su remedio». Y así dispusieron también nombrar entre ellos una diputación de Abogados con la misión de «velar por la buena asistencia y necesidades de los presos y para que visitando el semanero una vez al menos por semana la cárcel diese cuenta al Oidor, para el remedio, respecto a las faltas que notaran en el servicio o dependencia interior, en la enfermería, médico, cirujano, despensero; vigilando especialmente sobre el beneficio de los pobres así en lo corporal como en lo espiritual».

Cuando más de cuatrocientos años después los Abogados vallisoletanos de comienzos de este tercer milenio recordamos el origen de nuestra Corporación, no buscamos satisfacer ninguna vanidad fatua, sino proclamar públicamente nuestro orgullo por ser los sucesores de aquellos compañeros que en su circunstancia rindieron a la colectividad un servicio que está junto con todos los demás que, reunidos, posibilitaron una convivencia más humana, colaborando así a transformar el curso de la Historia y a dulcificar el rostro del Hombre. Y pretendemos también recuperar su memoria y su ejemplo para que nos orienten en la andadura que están abriendo estos nuevos tiempos.